El que hace llorar tus ojos no merece tus lágrimas y el que molesta en tu cabeza no merece un solo pensamiento, lo sabes y aún así sigues sufriendo. Lo peor es no poder escoger con la razón lo que siente el corazón, y es una lástima dejar en palabras lo que se podría demostrar con hechos. No querer seguir con nada de esto y solo poder dejar correr el tiempo, dulce tortura.
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