domingo, 11 de diciembre de 2011

El Clásico 10-12-11

Partido extraño el de ayer. Un juego de tronos marcado desde el error cuando antes del primer minuto Víctor Valdés falla en un pase “común” y permite que Benzema, titular ayer, se aproveche de una indecisión de Piqué para tirar un fuera de juego de manual. Se llevaban 30 segundos del enésimo Clásico, 1-0 para el Real Madrid en el marcador, el Santiago Bernabéu enfervorecido creyendo firmemente que esta vez sí, y un +9 virtual que finiquitaban una Liga antes de Navidad. Escenario dramático para un Barcelona que se encontraba en ese instante ante uno de los mayores retos de la era Guardiola. Tocaba levantarse del golpe moral y remontarle el partido al Real Madrid de las 15 victorias consecutivas, un Real Madrid que venía del ganar como inercia, del jugar muy bien a fútbol como método y de la pegada como arma.

Otro Barça se hubiera derrumbado, el de Cruyff sin ir más lejos, hubiera sucumbido ante la desgracia inicial. Este Barça de leyenda asumió el golpe con entereza, lo amortiguó con la naturalidad y la frialdad propias del que se siente seguro en sus convicciones. Interpretó la fatalidad de la apertura como un regate del caprichoso azar, quizás del destino. Cabe recordar que la histórica tarde del 2-6 también golpeó primero el Real Madrid, aquella vez fue Higuaín, ayer suplente.

Valdés se lamenta por el fallo, se levanta rápido y seguirá jugando los 89 minutos restantes con los pies, como si nada hubiera pasado, jugando con los corazones de su defensa y del sufridor seguidor culé. Como decía Gaby Ruiz hace unos días, “Valdés es el portero más frío que existe, y ahí precisamente radica su grandeza y su valor”. Ayer lo volvió a demostrar. Genio y figura.

Por su parte, tras el gol de Benzema, Carles Puyol arenga a los suyos, levanta los brazos y grita ‘Vamos, vamos’. Acabará completando un partido impresionante, sin la velocidad de antaño, cierto, pero con la casta y el orgullo de siempre, el del capitán, el del corazón.

El Barça optó por la vía fácil, y a la vez tan compleja de tirar por los automatismos recogidos en su libreto de caligrafía, ese complejo dispositivo, mitad táctico, mitad filosófico, siempre paciente, que el gran Martí Perarnau denomina con acierto como ‘El Idioma Barça’.

Piqué y Abidal levantaron el muro, se anticipaban a las jugadas rivales y tiraron de cabeza tanto o más que de músculo para cortocircuitar las escasas pero peligrosas ofensivas madridistas. Sergio Busquets se puso el ingrato mono de barrendero y empezó a limpiar las calles del centro del campo para que “los señores” circularan sin mancharse. “Los señores” Xavi e Iniesta pensaron que podía ser una buena oportunidad y un buen escenario para decirle a 500 millones de personas que cuando se trata de jugar e interpretar el fútbol, ellos son los Nº1 del planeta. Dicho y hecho. Exhibición del mejor tándem del fútbol mundial.

Busquets cortaba, filtraba y daba salida al equipo, Xavi Hernández delineaba las jugadas con su mente maravillosa y Andrés Iniesta las interpretaba con la magia y el talento que emergieron, ayer más que nunca, de sus botas de genio. Lo del manchego ayer fue una masterclass de las que se recordarán durante años. En la primera parte ya dejó detalles, pero sus segundos 45 minutos son arte hecho fútbol.

Xavi Hernández, Balón de Oro 2011

Seamos francos. Que gente como Mathias Sammer, Fabio Cannavaro, Pavel Nedved y Michael Owen tengan un Balón de Oro y a estas alturas aún no lo tengan ni Xavi niIniesta es algo que empieza a rozar lo delictual. El talento descomunal de Lionel Messi y la excesiva politización de este galardón, desprestigiado a marchas forzadas, seguramente tengan la culpa.

Cesc y Messi sin hacer ayer su mejor partido, fueron claves. El de Arenys, debutaba como culé en el Santiago Bernabéu, y lo hizo nuevamente jugando como falso ‘9’. Tanto debate en verano sobre su encaje o no en el equipo y al final resulta que juega de ‘9’, aunque sea falso y mentiroso. Esa es la principal novedad táctica que este año nos presenta Guardiola. El letal cabezazo de Fàbregas, merced a la invitación hecha asistencia brindada por Dani Alves, selló la victoria y dio carpetazo al Clásico. Al duende de Rosario por su parte, le bastó un chispazo para irse a la media hora de cuatro rivales en el tráfico del centro del campo y asistir a Alexis en el 1-1. En la segunda parte se limitó a jugar, que no es poco cuando hablamos de Messi.

Se debe destacar la gran actuación de un Alexis Sánchez que ayer se graduó como jugador del Barça. Lo hizo merced a su trabajo, a su perseverancia y esencialmente gracias a un gol vital que dio confianza y serenidad al Barça para seguir escribiendo sobre el césped con buena letra, sin salirse del renglón que marca el libreto de Guardiola. Un gol marcado desde la fe en el método y que reafirmaba más si cabe la filosofía que impulsa el juego del equipo. Golpe psicológico al rival y reafirmación de las propias ideas. Dos en uno.

El Barça fue mejor y la innegable fortuna en el 1-2 ayudó a ello. Por momentos los azulgranas bailaron a un Real Madrid desconcertado e irreconocible en la mayor parte del partido. Cristiano Ronaldo se empeñó en ser el superhéroe del Clásico y acabó siendo el villano, enfureciendo a gran parte de la parroquia blanca que veía como por enésima vez se empequeñecía ante el Barça, -con la importante salvedad de la Final de la Copa del Rey-. Xabi Alonso pasó de ser el genial centrocampista de moda a ser un mediocre stopper que llegaba tarde y debía recurrir a la entrada a destiempo para frenar las conexiones del Barça. El de Tolosa se vio superado, una vez más ante el máximo rival.

Dura derrota para un Real Madrid que encajó el golpe con deportividad y con entereza, lo cual es tanto o más importante que tres puntos. Tanto en el bonito de gesto de Mourinho, estrechando la mano y deseando salud a Tito Vilanova, como posteriormente en las declaraciones post-partido, aludiendo al buen partido y el talento del rival, y a la suerte esquiva, el Real Madrid recuperó la senda de la cordura, poniendo fin a la histeria desmedida que en la temporada alta de este año amenazó con llevarse valores y gente por delante.

El Barça ayer no podía ganar la Liga, pero podía perderla. Lo cierto es que salvó el match-ball y lo hizo de forma sublime, desde la caligrafía de su fútbol excelso y dando un golpe de autoridad importante, pero no definitivo. Real Madrid y Barça dependen ahora de si mismos. Si ambos equipos ganan todos sus partidos de Liga los dos serán campeones. Es así, basta revisar la clasificación.

Un dato para cerrar. Josep Guardiola i Sala, ha visitado con la de ayer seis veces el Santiago Bernabéu. Su balance es de cuatro victorias y dos empates (que sirvieron para apuntalar una Liga y una Supercopa de España respectivamente). 15 goles a favor y 5 en contra en su visitas a Chamartín. Impresionante. Creo que de momento sigue siendo su dedo el que va marcando el camino. Por cierto, seguimos sin noticias del fin de ciclo. Toca esperar, pensará alguno.

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